Creo que en la medida que cumplo años hay menos cosas que me importan. Cosa rara, si vemos el listado de las columnas podrán darse cuenta que soy bastante complicada, pero imagínense cómo era la cosa cuando tenía quince si soy así a los veinticinco.
Las maravillas de esto es que te relajas en ciertas situaciones que, de no hacerlo, te perderías de toda su magnitud. El no tener que sentirte sexy las 24 horas del día, el poder estornudar a todo chancho cuando vas a bailar, eructar cuando tomas cerveza con tus amigos de toda la vida, regalonear cuando vienes recién despertando y lo único que esperas es que te abracen fuerte, son parte de las maravillas de andar un poco mas relajada por la vida.
Con esto no digo que nos despreocupemos del todo, porque hay situaciones que ameritan que estemos de cabeza sobre ellas, pero la gracia es que sean esas las situaciones especiales y no las que consumen todo nuestro tiempo, porque de ser así, nos preocuparemos más por parecerle bien a los demás, que por que lo demás nos parezca bien a nosotras.
Por el momento estoy estableciendo mis reglas de oro, domingo de buzo… eso no me lo quita nadie. Ese día tampoco me meten a la ducha, salvo en casos especiales, ni me obligan a cocinar… para el resto de la semana… ropa cómoda, total, no ando buscando pareja en la calle y cómo dije, cuando quiera el momento especial será cuando deba prepararlo, antes no.
Porque ser cuática no es malo
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