
Hace unos días un amigo me dijo que lo que más quería de una relación era que lo quisieran bien, sin conversaciones dolorosas ni peleas absurdas.
Le he dado muchas vueltas a este asunto de los absurdos y de las perspectivas desde las que se abordan los comentarios y las acciones. La complejidad de los implicados muchas veces hace que lo absurdo sea parte de nuestras vidas.
Me di cuenta de todo lo que pido, que al momento de enumerarlo suena como si fuera mucho, pero en realidad son cosas mínimas que se pueden esperar de alguien que te quiere, pero que en la vida no se da tanto como podríamos pretender.
Entre estos requerimientos básicos está la compañía, pero más allá de la presencia, sino el saber que puedes contar con ese compañero que elegiste. Saber que si estás enferma será el quien tome tu mano y que no le importará fallar a los amigos con tal de ser él quién te recoja al momento de caer.
Creo que es eso ante todo, cambio rosas, salidas, panoramas en general por ese compañero incondicional. Cambio las risas por cariño, cambio el oro por la mano que me ayude a hacer la cama cuando las fuerzas no me permiten hacerla sola y cambio a un buen hombre por otro que me haga sentir querida.
No es que pretenda que mi pareja sea un enfermero incondicional, pero lo que espero de cualquier persona es que entregue tanto como lo que yo ansío dar a quien sea el dueño de mi corazón.
De no existir este príncipe azul con el que sueño prefiero seguir mi camino sola, sin anular las esperanzas que lo hacen realidad en mis sueños porque… ¿quién dice que algún día aparezca y yo no lo vea por estar tratando de justificar al que no lo es?.
Necrobeat
Porque ser cuática no es malo
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